En la actualidad se reconce la existencia caciques dentro de los señoríos étnicos que tuvieron importancia durante los años anteriores a la invasión inca y la conquista española, como incluso después cuando se empezaron a emitir los títulos de gobernación sobre territorios específicos.
En concreto, la presencia de nobleza indígena en el actual territorio ecuatoriano empieza formalmente con la invasión incaica a los andes septentrionales.
Este hecho se representa por ejemplo en cuadros como “Efigies de los incas o reyes del Perú” que sería atribuido al Fray Dominico Miguel de Adame en los primeros años del siglo XVIII.
En este último documento se menciona también a un hijo de Huayna Cápac, residente en el mismo convento.
Por otro lado, Portoviejo sería una ciudad completamente fundada por españoles, y tendría un rol fundamental durante la conquista del Tahuantinsuyo.
Sobre su territorio se encontrarían varios importantes conquistadores como fueron Pizarro, Almagro, Alvarado, Belalcázar y Orellana.
También se premiarían a muchos hijodalgos que destacarían durante estos años, tanto en la conquista del incario, como en la guerra civil entre conquistadores, como sería el caso de Cristóbal Rodríguez, Bartolomé Pérez, Diego Méndez y Juan Porcel de Padilla.
Sobre esta ciudad se debía nombrar un líder o cacique que normalmente provenían de la antigua élite indígena y cobrarían bastante importancia durante la segunda mitad del siglo XVI y el inicio del xvii.
Hay muchos casos destacables, pero en la historia quedaron registrados especialmente el de Pedro Cama, Baltazar Zamán y Francisco Chapi.
La posibilidad de ser descendiente emparentado con los incas y administrar un territorio multilingüe, le daba mucha relevancia puesto que la castellanización de Manabí todavía no se había dado y los españoles se concentraban en Puerto Viejo y necesitaban de un líder locar que administre las demás reducciones que en conjunto conformaban un verdadero mosaico.
De esta forma se daba título a los indígenas sobre sus tierras lo que les permitía parcelarlas y mejorar su producción agrícola.
Todo esto se juntaba con el hecho de que eran importantes navegantes y ayudaron a desarrollar la economía mercantil del litoral a diferencia del desarrollo textil que se dio en los andes.
Fueron importantes mensajeros por lo que ayudaban a la difusión de noticias y la comunicación con otras partes del reino.
Además estos marineros era servir como centinelas o guardias, que más tarde demostraron ser de gran utilidad para el rey.
Desde el inicio, el cacique Tomalá fue leal a Francisco Pizarro, se debe recordar que su hermano Gonzalo tuvo mucho poder en el norte del incario.
Por esta razón Tomalá pudo controlar una jurisdicción que se extendía hasta Tumbes, zona de influencia para el tráfico marítimo local desde tiempos inmemoriales.
Francisco Tomalá, su hijo le pidió cuando llegó un oidor de Quito que quería viajar a España "para ver su majestad y su poder".
Se casaría con una mujer reconocida de Lima, la ciudad más importante del virreinato cuyo apellido era Rojas y Benalcázar.
De esta manera perpetuaba su linaje ya reconocido como hijodalgo, encomendero y comerciante.
Esta dinastía contaba con escudo propio que había sido concedido a don Diego en 1560.
Otro heredero sería Domingo Banepo quien en su momento fue menor de edad por lo que Mencía administró sus tierras temporalmente y después intentó hacerse cargo.
Por esta razón María tuvo que obtener sus derechos, en realidad privilegios reales, con coraje, luchando por ellos ante el Rey.
En sus demás tierras tenían vacas lecheras y también con la madera silvestre ayudaban a fabricar barcos.
Su vida ocurriría principalmente durante el siglo XVII, y ganaría fama, más allá del prestigio que tenía por haber luchado contra un caimán para proteger a su pueblo.
Alrededor de Quito, en una región que comprendía desde Riobamba hasta Pasto, se desarrollaron los obrajes en la Real Audiencia.
Muchos gobernantes o en importantes cargos públicos como oidores buscaban emparentarse con familias propietarias de encomiendas, como fue el caso el presidente Rodrigo Salazar quien se casaría con Ana Palla, noble inca con quien tendría una hija María de Salazar.
Un caso paradigmático fue el de Pedro Vicente Maldonado, quien José Rumazo, importante historiador y poeta, nacido en Latacunga lugar donde también se desarrollaron obrajes cuenta lo siguiente.
[18]Un estudio más a profundidad acerca de los títulos nobiliarios en la Real Audiencia de Quito fue realizado por José Alejandro Guzmán en donde detalla en número origen, familia, fecha y méritos los distintos títulos que fueron otorgados durante esta época.
[19]No hubo muchos habitantes en la Audiencia que tengan títulos nobiliarios otorgados por otras monarquías además de la española.
En específico para la historia del Ecuador es importante sin embargo Francisco Luis Héctor también conocido como el Barón de Carondelet.