En la víspera de la Revolución Francesa, la organización territorial del reino de Francia estaba basada en provincias, que eran representaciones históricas o lingüísticas pero que no se correspondían con las divisiones eclesiásticas, judiciales, etc. A principios del siglo XVIII, numerosas voces se elevaron reclamando una simplificación de la geografía administrativa del reino.
Un comité, del cual Thouret es ponente, elabora un primer proyecto que será relatado a la Asamblea el 29 de septiembre y que se limita a la organización de la representación electoral.
El tamaño de cada departamento fue establecido para que fuera posible ir a la capital en menos de un día a caballo desde cualquier punto del territorio.
Los departamentos se divididos en arrondissements, (que remplazaron los distritos, pero menos numerosos y más extensos), cantones (igualmente menos numerosos que los de 1790) y comunas.
En la mayor parte de los casos, las regiones anexionadas fueron organizadas en departamentos.
De esta forma, las ciudades como: Roma, Hamburgo, Ámsterdam, Turín, Bruselas o Aquisgrán se habían convertido en prefecturas, con el mismo título que Burdeos, Orleans, Rennes, Périgueux o Marsella.
Las Provincias Ilíricas anexionada por Francia se dividieron en 10 intendencias y no en departamentos.
Con la caída definitava del Imperio (1815), Francia acaba reducida a 86 departamentos; los tres departamentos suplementarios en comparación a los 83 iniciales de 1790 son: Está marcada por la departamentización de Argelia.
Desde su creación, varios departamentos han cambiado de nombre, en la mayor parte de los casos para modificar una denominación juzgada como peyorativa (como los términos «inferior» o «bajo»).