El sarampión es una enfermedad infecciosa exantémica muy contagiosa, es decir, que se propaga fácilmente, causada por un virus, específicamente un paramixovirus del género Morbillivirus.
La infección se propaga por contacto con gotas provenientes de la nariz, la boca o la garganta de una persona infectada; así, un estornudo o la tos pueden lanzar gotitas contaminadas al aire.
Sin embargo, ya había registros de epidemias hacia el siglo XVI.
[6] Esto también podría hacernos pensar que las epidemias en aquellos tiempos generalmente se presentaban con más de una enfermedad, por lo tanto pudiera haber sido que en muchas oportunidades se presentaran juntas la viruela con el sarampión.
En palabras de Federico Puga Borne "fue la más tremenda experiencia que tuvimos en esa época, pues la epidemia nos ha llevado generación entera".
En esa misma época habrían padecido la enfermedad en Santiago alrededor de 40.000 niños y 60.000 en todo el territorio.
Con el inicio de la Vigilancia Integrada Sarampión-Rubéola, en el 2003 ingresaron 244 casos sospechosos: 173 como Sarampión y 71 como Rubéola.
[13] En conjunto con otros países del continente se ha buscado erradicar por completo esta enfermedad principalmente por ser una gran causa de mortalidad infantil.