Historia política de los Juegos Olímpicos de 1936

Durante los juegos, Alemania redujo la represión antisemita e intentó mostrar una mejor imagen al mundo.

Fue por este motivo que el Comité Olímpico Alemán eligió la ciudad de Garmisch-Partenkirchen para acoger las competiciones invernales.

Pocos meses después, diversos miembros de comités olímpicos nacionales comenzaron a preguntarse si sería éticamente correcto participar en unos juegos organizados por el régimen Nazi.

Los judíos, en particular, fueron expulsados sistemáticamente de los clubes y federaciones deportivas, y tenían prohibido entrar en las instalaciones deportivas En Estados Unidos, el presidente del comité olímpico nacional, Avery Brundage, fue el primero en apostar por retirarle la organización de los juegos a Alemania, abogando porque se organizaran en otro país.

Brundage estaba particularmente preocupado por las restricciones a la actividad deportiva de los judíos en Alemania.

Las propuestas de boicot fueron también vivamente discutidas en otros países, especialmente en el Reino Unido, Francia, España, Suecia, Checoslovaquia y en Holanda.

Los partidarios del boicot comenzaron a organizar unos juegos olímpicos alternativos (las llamadas Olimpiadas Populares) que debían celebrarse en Barcelona en 1936.

En él iban a competir los judíos y demás deportistas que fueron rechazados por la Berlín de Hitler.

[1]​ Los siguientes países participaron en los juegos: Afganistán, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Bermudas, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Canadá, Checoslovaquia, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, India, Italia, Japón, Letonia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, México, Mónaco, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Turquía, Uruguay y Yugoslavia.

Durante los juegos y en los meses previos, era necesario mostrar a los millares de visitantes todo lo que el país y especialmente el régimen tenían de bueno, para evitar así la cara oscura del régimen.

La violencia contra la comunidad judaica, particularmente visible en el verano del año anterior, casi desapareció.

Los proyectos iniciales del nuevo estadio habían sido encargados al arquitecto Werner March.

Hitler nunca dejaría de quejarse durante las obras por la alegada pequeñez del proyecto.

Strauss también dirigió a la orquesta que tocó el Himno Olímpico especialmente compuesto para la ocasión.

Por todo el estadio se habían dispuesto cámaras fotográficas que captaban aquellos momentos épicos.

Hitler asistió a las pruebas deportivas casi todos los días, y fue siempre efusivamente aclamado por la multitud de espectadores.

Como muestra de protesta a esta decisión, la delegación peruana se retiró del evento, quedando Austria como ganadora por defecto.

Schirer escribió en sus crónicas: "Creo y recelo bien que los nazis hayan logrado lo mejor con su propaganda.

Klemperer veía bien que los juegos hubieran sido "antes de nada un acontecimiento político, durante el cual se inculcara a los alemanes y a los extranjeros la unidad en la gloria y el espíritu pacífico del Tercer Reich".

Bandera olímpica.
Durante los juegos, los carteles antisemitas fueron retirados de las calles.
El estadio olímpico de Berlín proyectado por Werner March y Albert Speer .
Desfile en el bulevar Unter den Linden
La antorcha olímpica en Berlín.
Estética nazi en Berlín, en la época de los juegos.