Tendría como unos 16 años cuando entró en el conservatorio de Nápoles y allí tuvo por maestro a Caffaro, el más sabio discípulo del célebre Leo.
Los italianos admiraron sus primeras obras y a ellas debió sin duda el que le llamasen a Génova, donde se le confió la dirección del teatro y la del concierto de los nobles.
Es de advertir que había compuesto ya varias óperas en Italia y que su Corisandra, ejecutada en la real academia filarmónica, anunciaba ya un talento particular para las óperas bufas; no obstante, ambicionando Langle moyores aplausos, se dedicó a la composición de una tragedia lírica titulada Mahomsto II.
Sus escritos didácticos aún más que sus composiciones musicales, atestiguan la profundidad de sus conocimientos en todas las partes del arte.
Langle dio también varias lecciones de canto y en esta clase solo Gavat le aventajó entre sus contemporáneos.