Descubierta con el telescopio espacial Hubble en 2005, Hubble V aparece como una nube de gas resplandeciente con un diámetro aproximado de 200 años luz.
[1] Estas jóvenes estrellas de apenas 4 millones de años de edad están demasiado distantes y cercanas entre sí como para que se las pueda distinguir individualmente con los telescopios con base en tierra.
Además, estas estrellas masivas pierden una cantidad significativa de masa por vientos estelares que viajan a velocidades supersónicas.
Aunque Hubble V y la análoga Hubble X (ambas en NGC 6822) lucen extraordinariamente parecidas a la cercana nebulosa de Orión en nuestra propia Vía Láctea, son mucho más grandes y brillantes.
En definitiva, esta nebulosa permite tener una nueva perspectiva del feroz nacimiento de estrellas, un fenómeno que pudo haber sido típico en el universo primitivo.