La huelga de La Canadiense o de La Canadenca fue un movimiento de reivindicación laboral dirigido en 1919 por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que incluyó huelgas, boicots e insumisión civil iniciada en la empresa eléctrica Riegos y Fuerza del Ebro, perteneciente a Barcelona Traction, Light and Power Company, limited, más conocida como La Canadiense.
El 8 de febrero casi toda la plantilla declaró el paro y los cobradores se negaron a realizar su trabajo.
[9] Romanones declaró ese mismo día que dimitiría cuando se restableciera el orden en Barcelona.
El 7 de marzo se extendió el movimiento al sector ferroviario y el 12 del mismo mes el paro es general.
Entre ellas sobresale la jornada de ocho horas promulgada en abril[21] que convirtió a España en el primer país del mundo en establecerla por ley.
[22] Así mismo la disciplina obrera sobre las corrientes más agresivas fue imperante, en los cuarenta y cuatro días que duró sucedieron muy pocos actos violentos: una bomba y cuatro asesinatos, hechos aislados ante el pacifismo del resto de obreros.
El desencadenante fue la negativa del gobierno a liberar a todos los presos[e] como estaba acordado y, siguiendo las presiones de los grupos más intransigentes, se llamó al paro cuando aún se estaba negociando con el gobierno.
[23] También se organizó el somatén para abrir tiendas, aprovisionar la ciudad y detener obreros.
[22] No obstante, el estado de guerra y la represión antisindical estuvieron presentes durante cuatro meses.
[26] Entre las medidas que se usaron contra los sindicatos destacan: el cierre patronal, las listas negras o los despidos masivos.
Por otro lado, cambió el gobierno de Romanones, más abierto a la negociación, por el de Maura, inclinado por la vía represiva; y Bravo Portillo,[f] destituido y encarcelado por colaborar con Alemania en la I Guerra Mundial, volvió a la policía barcelonesa.
[29] En consecuencia, el gobierno mantuvo la represión contra los sindicatos[g] que vieron cómo el ala moderada era perseguida y encarcelada, los puestos directivos de estos fueron poco a poco ocupados por posturas más radicales y la patronal endureció sus posiciones; todo ello en conjunto permitió que el pistolerismo renaciese en Barcelona y se instalase en los próximos años en la ciudad de manera endémica.