En consecuencia, los transportistas sufrían mayores costes en un mercado contraído que presionaba los precios a la baja.
[3] Sin embargo, la policía escoltó a los camiones cisterna para abastecer las gasolineras y garantizar el suministro de combustible.
Los dueños de estos últimos optaron por comprar mercancía y transportarla en sus coches para evitar a los piquetes.
Muchos proveedores utilizaron también vehículos particulares para mantener el suministro a sus clientes.
Dijeron que era para no causar más problemas a la "maltrecha economía del sector"; aunque siguieron buscando un acuerdo con el Gobierno.