A pesar de ello, la FIAPF decidió conceder una nueva oportunidad al evento.
Además, se limitaba el número de películas por país a un largometraje y un cortometraje.
A continuación se presentó el largometraje Veinte mil leguas de viaje submarino.
Problemas con el transporte aéreo hicieron que la copia llegase escasas horas antes de la proyección.
Pese a ello, la jornada fue elogiada por el crítico del influyente diario madrileño ABC.
Gracias a la colaboración de la recientemente creada Filmoteca Nacional, dirigida por Carlos Fernández Cuenca, el Festival de San Sebastián pudo celebrar la que fue su primera sección paralela a la oficial.
Se llamó «Retrospectiva del cine español» e incluyó seis películas que fueron proyectadas en el Teatro Victoria Eugenia cada día a las 16:00 horas.
Para clausurar el Festival, el Ayuntamiento ofreció una cena con baile en Alderdi Eder en la que, además de los números previstos de ballet y música, acabaron bailando sevillanas Carmen Sevilla y Paquita Rico.
También se proyectó la película Luz y humanidad, producida por el departamento de publicidad de la firma Philips y destinada a mostrar los avances técnicos del cine en Technicolor mediante la animación.
Del lado español, se notaron las presencias de María Asquerino, Carmen Sevilla, Paquita Rico, Fernando Rey y Francisco Rabal.
Recibieron críticas favorables la británica Un médico en la familia y la hispano-francesa La pícara molinera, a la que el Jurado concedió una mención especial.
Por otra parte, siendo el Festival del Color, se concedió en esta edición una gran importancia a la calidad de la fotografía.
Se dijo que habían sido votadas la alemana Der Pfarrer von Kirchfeld y la francesa El diablo del desierto cuando la realidad es que los firmantes del Acta no habían aludido a ellas en absoluto.
Esta nueva anomalía se sumó a otros incumplimientos del reglamento y tuvo consecuencias.