El gobierno se negó alegando el artículo 59 de la Constitución por la que el Regente ejercía toda la autoridad del rey.
[3] Estaba claro que pese al apoyo de las Cortes, la figura del regente estaba debilitada entre los principales aliados de España, Francia y Reino Unido.
Las debilidades dentro del partido progresista, la oposición general a la política del gobierno y la pérdida de confianza en el regente llevó a muchos sectores moderados junto con elementos conservadores al levantamiento de O'Donnell en 1841 que fue sofocada con dificultad por el gobierno.
Poco después estallaba una revuelta en Barcelona (previa a la gran revolución de 1842) también suprimida con dificultad.
Así mismo la oposición al gobierno se gestaba también dentro del partido progresista ante la cada vez más autoritaria política del regente, como se ve en el hecho de que pese a tener mayoría progresista en las Cortes el gobierno tuvo problemas para aprobar los presupuestos para 1841.