[4] Existe la constancia geológica que en la antigüedad, las actuales cuencas de los ríos Jalón, Jiloca y en especial la zona que nos atañe, la cuenca del río Mesa, se encontraban inundadas y con abundante presencia de lagos.
Los primeros habitantes autóctonos -se supone que Celtíberos- (Asentamientos Ibéricos en Aragón), pudieron dedicarse a la caza y al pastoreo, primero de forma trashumante y después debieron establecer su primera morada en las cuevas del cerro de las Torres que se encuentra en la entrada norte del pueblo.
La estructuración realizada en Hispania por Julio César y por Augusto (División Jurídica -provinciae - conventus -) conlleva siglos de paz.
Llegan a principios del siglo VIII, aunque con pocos efectivos dominan a la población de forma cruenta y establecen su lugar de culto en la mezquita, que se ubica en la fortaleza romana y construyen sus viviendas en la parte alta del pueblo justo debajo de la mezquita.
Aunque el pueblo no está precisamente situado en el Camino de Santiago, los peregrinos, viajeros y forasteros que acuden a Ibdes dejan su "piedra" en el peirón, más tarde al pasar los años se colocará una imagen de santo y una cruz en cada uno de ellos.
El decir popular de Ibdes parece indicar que tuvo lugar una pequeña reyerta con varios muertos entre nativos y franceses.
En 1830 se produce un grave incendio que afecta a varias casas de la calle hospital.
A mediados del siglo XIX, la villa tenía contabilizada una población de 870 habitantes.
Actualmente, el pueblo se mantiene entre los 500-600 habitantes que parece ser la cifra más "sensata" en concordancia con sus recursos, y por lo visto a pesar de todas las fluctuaciones, es la cifra que más se repite a lo largo de su historia.
Estos serían los restos de la citada fortaleza romana y posteriormente castillo medieval.
Restaurada recientemente por la Diputación General de Aragón, se ha hecho incidencia en la reparación del campanario, tejado, ventanas y contrafuertes.
Sobresale entre todos ellos el retablo de tipo catedralicio del altar mayor dedicado a San Miguel Arcángel y colocado ante el ábside poligonal de la cabecera del templo.
El retablo con San Miguel Arcángel ocupando su centro, es una obra renacentista en madera tallada.
A los dos lados del mismo hay dos esculturas cistercienses que representan a San Bernardo y San Benito y que fueron traídas del Monasterio de Piedra.
En un edificio anexo al ábside se localiza la sacristía del siglo XVII.
El edificio en su conjunto consta de la ermita en sí, una vivienda utilizada antiguamente por los santeros o guardeses o virginieros y varias dependencias como la cocina, comedor, etc., y que son utilizados en los actos que la cofradía del mismo nombre realiza en su fiesta principal, el 18 de agosto.
El interior consta de una sola nave amplia cuyo techo presenta una rica decoración.
Destacó un retablo barroco de su altar mayor, tallado en madera policromada, con tres lienzos bien logrados y situado sobre un ábside semicircular.
Se encuentra a unos 200 metros al norte del pueblo y situada en un pequeño promontorio.
La ermita es de planta rectangular con contrafuertes a los lados y pequeñas ventanas que dan cierta iluminación al interior dando un aspecto de simpleza y sobriedad al conjunto.
En el altar [1] solo hay un pequeño retablo muy deteriorado con una pintura que representa a San Gregorio.
Construida se supone en el siglo XIV en honor del santo italiano, San Gregorio Ostiense, al que se le hizo patrón contra la peste y el hambre que azotaron en aquella época toda la zona.
Un plato típico de esta localidad, muy conocidos, son las judías blancas del terreno