Con la caída del Imperio aqueménida (330 a. C.), el arameo comenzó a perder importancia como lengua franca en el Cercano Oriente.
El nabateo fue una de estas hablas locales que tuvo una evolución propia debido a estos hechos.
También se han encontrado vestigios en Roma, pues allí los nabateos habían establecido una colonia mercantil.
La escritura formal se utilizó en inscripciones monumentales, como por ejemplo en las tumbas de Petra y Arabia Saudí.
La escritura cursiva, sin embargo, al ser más continuada y fluida, se acabó utilizando con mayor frecuencia.