Este último muro agrupa elementos como el baptisterio, capillas, comunicaciones, etc.[3] La iglesia está conformada únicamente por un volumen de forma orgánica en planta.
La iglesia sigue el clásico esquema atrio-nave-presbiterio, partición que sucede gracias a la luz, que deja la nave en penumbra e ilumina, gracias a un ventanal lateral, el presbiterio con fuerza.
Además, la mano del arquitecto se aprecia también en los materiales, con una predominante presencia de elementos pétreos como el terrazo del pavimento y los ladrillos y hormigón que se pueden encontrar en las fachadas.
En referencia a la obra, Miguel Fisac dijo: “(…)Y en Vitoria empleé esta solución, entendiendo que los fieles se congregan como en una procesión, con un sacerdote delante.
[6] La Iglesia presenta un gran espacio único y sin discontinuidades, donde el altar es definido gracias a un leve pliegue del suelo de la nave.
La nave central queda iluminada gracias a un conjunto pequeñas aberturas en la parte cenital, entregando una luz pareja y tenue.
[7] Su sección longitudinal presenta una planta semi-simétrica, en el eje longitudinal, dando como resultado un techo que empieza con una baja altura en la entrada y que va subiendo con una sola gran agua muy pronunciada hacia el altar.
[6] Fisac llama al muro curvo "muro dinámico" y su intención era conseguir que la mirada y la atención de los presentes se deslizase en uniforme continuidad hasta llegar al Cristo Crucificado.