El territorio de este último reducto musulmán en la península ibérica se encontraba dividido en tahas, siendo especialmente conocidas las de la Alpujarra debido a que se mantuvieron como demarcación hasta muy avanzada la época cristiana.
Fue costeada principalmente por los vecinos y, en menor medida, por el Obispado de Almería.
Sin embargo, hasta 1770 o 1772 el obispo no permitió celebrar los sacramentos por miedo a alguna invasión por partes de los moros.
El obispo que había en la Diócesis de Almería cuando se concedió la licencia era Claudio Sanz y Torres, reinando en España Carlos III.
En el sorteo entraron todas las imágenes de bulto que había en la iglesia; la mano inocente de un niño, Antonio Villanueva, sacó la papeleta correspondiente a la Virgen del Rosario, que fue elegida como patrona.
[3] La puerta actual fue pagada por Pepa Padilla en 1922, restaurada después por los daños sufridos durante la Guerra Civil.
[6] Durante la Segunda República, la Iglesia Católica se posicionó en contra de los partidos de izquierdas, ya que defendían la separación entre la Iglesia y el Estado, la aconfesionalidad del Estado y la prohibición los colegios regidos por órdenes religiosas.
Aunque se permitió la celebración de las distintas procesiones y fiestas religiosas, como la Virgen del Rosario, San Marcos, el Corpus Christi, Santa Ana o la Virgen del Carmen de Aguadulce, a ellas no asistía ninguna representación del ayuntamiento y se le pedía a la parroquia que las realizase con respeto y prudencia.
En el templo se encuentran 14 imágenes, número que ha variado a lo largo del tiempo.
Durante la Guerra Civil se perdieron muchas imágenes y otras resultaron gravemente dañadas.
Existió una Virgen del Rosario anterior, que fue destruida en la Guerra Civil.