Iglesia de San Bartolomé (Livilcar)

Fuentes documentales posteriores, existentes en el Arzobispado de Arequipa, se refieren a la existencia del templo hacia fines del siglo XVII y durante el siglo XVIII.

El historiador Jorge Hidalgo hace referencia al cultivo de coca en esta parte del valle, situación que le otorga un importante protagonismo precolombino y confirma una acendrada costumbre de uso y consumo.

Otras autoridades cercanas a Cañipa en los pueblos de Livílcar y Socoroma corrieron la misma suerte."

La población andina de estos territorios se convirtió en campesina y estuvo obligada a pagar contribuciones al estado peruano.

Mientras no se efectuase, Tacna y Arica, y con ello también Livílcar, estarían bajo soberanía chilena, pero seguirían siendo peruanas; de tal modo se sustentaba "el legítimo derecho de ambos países por eseterritorio.

Los clérigos que atendían Livílcar, siguieron dependiendo del Arzobispado de Arequipa.

En un principio, las autoridades chilenas solicitaron al prelado de Arequipa que nombrara curas no peruanos, pero al ver frustrado estos intentos, el estado chileno optó en 1910 por expulsar al clero peruano y crear el Vicariato Castrense, con el fin de que no se interrumpiera la labor pastoral.

Con la firma del tratado de Lima, en 1929, Livílcar se incorporó oficialmente al territorio chileno.

a)    Exterior La traza del conjunto poblacional de Livílcar se emplaza en un escaso terreno.

El Muro del Evangelio (muro izquierdo, mirando hacia el altar), dispone de un área de 102,1 metros cuadrados; la sección del paramento equivale a 0,9 metros.

Una simple lectura muestra, desde el testero hacia la portada, la existencia de un delgado estribo o contrafuerte, capilla lateral y una simple portada de adobe con arco que enmarca el acceso lateral; además, escaleras y torre campanario.

La protección final del paramento utilizó revoque de tierra y encalado.

No tiene revoque ni terminación en pintura; tampoco se evidencia ningún tipo de ornamentación (pináculos o figurativa).

El espacio es esencialmente configurativo y adolece de detalles constructivos; cuenta con frondosos árboles en su perímetro.

Probablemente, el muro ha sido reconstruido en sucesivas ocasiones debido a los continuos movimientos sísmicos.

El campanario original colapsó debido a los sismos; provisionalmente se integró un cuerpo de madera que soporta las campanas fundacionales.

El acceso a la parte superior se realiza desde una escalera de un solo tramo adosada al lado del evangelio.

La techumbre está enfatizada por pares y nudillos que se apoyan en las cabeceras de los muros.

Se tapiaron un par de puertas que conducían a la antigua sacristía.

La Sacristía, con un área trazada de 12,7 metros cuadrados, es un ambiente absolutamente derruido, del que han quedado únicamente sus fundaciones.

El Baptisterio, en un área de 11,0 metros cuadrados, se sostienen con endeble fuerza unos paramentos, literalmente, arruinados y colapsados.

Creado en el siglo XVIII, es un trabajo inigualable de ebanistería, perfectamente estructurado.

Al centro, el camarín de la Virgen, tipo templete, tiene al frente dos columnas salomónicas; a los costados, pilares rectos decorados con tallas que forman triángulos en cuyo interior hay pequeños rosetones.

Se observan aves, un personaje alado y, en el muro de pies, decoración geométrica (ajedrezado).

Hay un fragmento de pintura mural en el acceso del coro alto.

Es posible reconocer un frutero con frutos anaranjados, cabeza de querubín y tallos vegetales.

Él cumplía asimismo la función de mayordomo, ya que cuidaba las llaves y bienes materiales del templo.

Además organizaba la fiesta patronal, en este caso: preparando las andas del santo, las imágenes, el altar y todos los pormenores relacionados con la iglesia.

Dentro del cargo de alférez es muy difícil enumerar a todos quienes han desempeñado el cargo, pero podemos remitirnos a las familias que participan de esta fiesta y que, en la mayoría de los casos, se remontan a las familias fundadoras del pueblo: los Cañipa, Tarque, Centella, Cáceres y García.

La fiesta finaliza con dos ritos importantes: la visita al cementerio para reencontrarse con los ancestros que dejaron su vida en esta tierra bendecida por la abundancia y la fertilidad de su tierra; y la cacharpalla o despedida, donde se baila llevando un collar de frutos, como una forma de rogar por la abundancia en este nuevo año.