Esta iglesia, denominada la iglesia vieja, además de acusar el paso del tiempo se había quedado pequeña ante el aumento del vecindario, con lo cual a finales del siglo XVIII se necesitaba construir un nuevo templo que diera cabida a toda la vecindad y que sustituyera a la ruinosa iglesia vieja.
Ya comenzado el siglo XX se da una altura de 17 metros más a las torres y se decora el interior del templo con pinturas de Canalda y Alsina.
Tras el final de la guerra civil española se construye un retablo mayor para sustituir al destruido.
El templo es demasiado grande con respecto a otros próximos, al igual que sus dos torres.
La entrada, simple ahora, antaño contaba con un pórtico derruido a mediados del siglo pasado.
En el interior se diferencian claramente tres naves, separadas entre sí por grosas columnas.