El templo parroquial data su existencia del siglo XV.
La primera gran reforma tiene lugar en 1692 y contribuyeron a la misma el Arzobispado y el Ayuntamiento, cediendo este último unos terrenos de su propiedad.
En esta época se perdieron importantes obras de arte y el interior del templo quedó muy dañado.
Precede su entrada principal la plaza del Álamo y curiosamente ninguna de las dos puertas de acceso al templo se sitúan frente al altar mayor.
Seis columnas salomónicas recubiertas por serpenteante decoración vegetal realzan la belleza y majestuosidad de la obra.