En el lugar donde se encuentra el actual templo barroco hubo una iglesia, del siglo XVI, en la que se dice que trabajó el cantero Pedro de la Peña.
En el siglo XVIII (años 1754-1774), se le añadieron la torre, la portada y la cúpula.
Destacan sus retablos barrocos cuya riqueza en dorados se atribuye a que se elaboraron con el oro donado por el conde de Revillagigedo, virrey en México.
De ellos destaca el retablo del altar mayor, dedicado a San Sebastián.
Es de estilo barroco churrigueresco y pertenece a la primera mitad del siglo XVIII.