Su construcción fue pagada y el diseño supervisado por Guillermo II de Alemania, último emperador alemán, que para entonces había convertido a Bad Homburg en una ciudad de residencia de verano, y que más tarde iria a menudo a rezar en la iglesia, sentado en su propio palco imperial con entrada privada.
Cuando Spitta murió en diciembre de 1902, el arquitecto Franz Schwechten terminó el diseño en estilo neorrománico tardío.
La fachada exterior fue diseñada por el profesor Gotthold Riegelmann y recuerda a las catedrales imperiales renanas.
Sin embargo, el diseño interior y la decoración recuerdan a Hagia Sophia.
El interior consiste en una mezcla de estilo neobizantino y Art Nouveau.