[2] Inés fue dama de la reina Margarita de Austria, esposa del rey Felipe III, quién la quería mucho por su probidad y rectitud.
Era una dama muy bella y fue cortejada por el príncipe, el futuro rey Felipe IV.
El conde Gaspar a recomendación de su tío Baltasar de Zúñiga y Velasco, ministro del rey Felipe III, fue nombrado en 1615 gentilhombre de cámara del príncipe Felipe IV, por lo que la familia se trasladó a Madrid.
[9] El conde-duque de Olivares, ya válido del rey, tiene que mudarse con su familia al Real Alcázar de Madrid, para estar cerca del rey.
Los conde-duques de Olivares se trasladan al ala interior del primer piso con vista al hermoso patio del Real Alcázar de Madrid.
La joven madre después de haberse recuperado un poco, tuvo una recaída que le costó la vida y falleció ese mismo año.
[14] Su pérdida ocasionó a sus padres un dolor inmenso, que los hizo ser más íntimos, sinceros y de Gaspar un fiel marido.
[15] La duquesa Inés creó un ambiente feliz en su hogar, gracias a su inteligente juicio y cordura.
[19] La duquesa Inés fue nombrada al nacimiento del infante Baltasar Carlos aya, tutora y responsable de la educación del infante.
[25] El conde-duque de Olivares en su testamento otorgado en 1642 le pide a su esposa Inés encarecidamente perdón por los sinfín disgustos y penas, que en su vida entera le causó, que ella por su conmovedora lealtad y complacencia no lo merecía.
[32] El infante Baltasar Carlos en su carta al conde-duque le escribe: a vuestra esposa no es necesario recomendarla, yo le debo mucho y no dejaré mi vida entera en cualquier situación de alabarla.
[34] El escritor Benito Pérez Galdós inmortalizó a la duquesa de Olivares en su obra Doña Perfecta, como la mujer admirable típica española de ser una exquisita rosa con espinas.