Ha sido demostrado que esos no fueron sus nombres verdaderos y pidieron casarse con las dos hijas del Cid, doña Elvira y doña Sol (cuyo nombres tampoco eran esos, sino seguramente Cristina y María); el rey Alfonso VI les dio su venia, aunque el padre Rodrigo Díaz de Vivar recelaba de los mismos.
Codiciosos, traman el asesinato del amigo mudéjar del Cid, el moro Abengalbón; envanecidos de su linaje, se muestran sin embargo cobardes cuando se escapa un león de su jaula y en la batalla contra los musulmanes, y, resentidos por las burlas que se ganaron con su conducta, se muestran perversos, sádicos y despiadados con sus esposas, a las que atan y golpean abandonándolas para que se las coman los lobos en el robledal de Corpes.
Además, los capitanes de las mesnadas del Cid les conminan a riepto o duelo y son derrotados y dejados casi muertos.
Finalmente, su matrimonio se anula y las hijas del Cid se casan con los príncipes de Navarra, D. Ramiro, y Aragón, D. Sancho, algo históricamente no del todo exacto.
Inspirada en la obra anterior Miguel Iglesias, dirigió y estrenó la película italiana.