Cuando los condenados se le paran delante confiesan todas sus penas y Minos decide, como gran conocedor de pecados.
Minos viendo a Dante interrumpe su trabajo y le advierte de ver como entra en el Infierno y quien lo guía, que no lo engañe la amplitud de la puerta infernal (queriendo decir que es fácil entrar pero no salir).
Entonces Virgilio toma la palabra, como ya había hecho con Carón, y lo incita a que no obstaculice un viaje querido por el Cielo, usando las mismas idénticas palabras: Quiérese así allá donde se puede / lo que se quiere, y no más inquieras.
Pasado Minos, Dante se encuentra por primera vez en contacto con verdaderos condenados castigados en sus círculos:
»La tierra de donde yo nací yace en la marina donde el Po desciende para hallar paz unido a sus secuaces.
»Amor, que en el pecho pronto se prende, aprehendió de mí la bella persona Y sigue:
Dime: En tiempos del dulce suspiro, ¿de qué modo permitió el amor Y ella responde:
Un día estando en la lectura amena de cómo a Lanzarote el amor ciñó; estábamos solos y sin sospechas.
Francesca, conmovida por la piedad mostrada de Dante le cuenta de aquella pasión tan fuerte que los unió tanto en la vida como en la muerte y del momento en que los dos se dieron cuenta del recíproco amor, mientras Paolo solloza.
Además por primera vez viene recordado un personaje contemporáneo, conforme al principio que Dante mismo recordará en el canto XXVII del Paraíso de acordarse particularmente de las almas famosas porque son más persuasivas para el lector de la época (hecho sin precedentes en la poesía y por mucho tiempo sin ser seguido, como hizo notar Ugo Foscolo).
Todo el episodio tiene como hilo conductor la piedad: la piedad afectuosa percebida por los dos condenados cuando son llamados (tanto que le hace decir a Francesca un deseo paradójico de rezar por él, dicho por un alma del Infierno), o también la piedad que aparece en la meditación que hace Dante después de la primera confesión de Francesca, cuando queda en silencio.
Por eso Dante es muy indulgente en la representación de los dos amantes: no vienen descritos con severidad (a diferencia de Semíramis unos versos antes) sino que el poeta puede perdonarlos por lo menos en la parte humana (no mete en duda la gravedad del pecado porque sus convicciones religiosas son firmes).