Aquí se encuentra Cerbero fiera cruel y aviesa, que ladra con las tres cabezas sobre la gente sumergida en el fango.
Mientras Dante y Virgilio atraviesan la masa de fango y almas abatidas por la lluvia pisándolas (este es uno de los pocos casos en el Infierno en donde las almas son sombras sin cuerpo, una condición teóricamente genérica pero que Dante en el Infierno seguidamente no considera, mientras que será frecuente en el Purgatorio) una se levanta apenas ellos le pasan delante.
No diré ya más nada: el tono de este encuentro es distinto del anterior con Paolo y Francesca y está caracterizado por la grotesca figura de Ciacco en algunos momentos cómica (se piense a la elección del lenguaje de Dante más bien popular, con rimas dobles consonantes poco líricas como -acco, -aggia e -anno) y otros momentos inquietantes, como las bruscas interrupciones del discurso.
En realidad estas intuiciones se basan en indicios muy débiles (el mismo Ciacco cita eventos del 1302 y dice cuan larga será la hegemonía de los Negros).
Ellos son Farinata degli Uberti, Arrigo (no vuelve a ser nombrado en la Comedia), Mosca dei Lamberti, Tegghiaio Aldobrandi, Jacopo Rusticucci.
Ciacco dice ellos están entre las almas más negras y que se encuentran en los círculos inferiores del Infierno por diversas culpas.
Al interno de la Divina Comedia estos pasos constituyen una primicia: es este el primer punto en donde Dante trata una cuestión doctrinal.
Toma como referencia, en este paso del canto VI del Infierno, a Aristóteles ("tu ciencia" = la ciencia que tu bien haz estudiado, la cual conoces) y la misma doctrina de Tomás de Aquino.