[1] Cuando se pretende transmitir información, se debe hacer mediante un mensaje que debe tener ciertas características dependiendo del objetivo con el que se emita, por ejemplo: Para que el proceso se lleve a cabo de la manera adecuada es necesario tener clara la idea a transmitir, estructurar la idea y seleccionar las palabras adecuadas para su transmisión, que tanto emisor y receptor posean un código común, mediante el cual el primero codifica y el segundo decodifica el mensaje.
La retórica clásica ya partía de la naturaleza intencional del discurso, destinado a influir en el destinatario.
Sin embargo, en planteamientos más recientes el desarrollo histórico del estudio de la intención comunicativa como factor que interviene decisivamente en la comunicación humana tiene su origen en la teoría de los actos de habla, propuesta en primer lugar por el filósofo británico J. L. Austin y desarrollada años más tarde por el estadounidense John Searle.
Román Jakobson, desde la lingüística, pone de manifiesto la riqueza comunicativa del lenguaje en sí mismo.
Pero ese esquema es fundamental para ir analizando luego esos otros aspectos.