El incidente ocurrió a bordo de un Boeing 747 operado por Japan Air Lines.
La investigación comenzó rastreando los patógenos hasta su origen y se centró en las instalaciones de "International Inflight Catering", una filial de Japan Airlines con sede en Anchorage, donde se habían preparado las comidas.
[2] Se descubrió que las lesiones en los dedos del cocinero estaban infectadas con estafilococos.
Según Eisenberg, el cocinero sospechoso había preparado comida para tres de las cuatro cocinas.
[2][5] Según los microbiólogos, pueden ser necesarios tan solo 100 estafilococos para provocar una intoxicación alimentaria.
La logística del Cáterin a bordo proporcionó las condiciones ideales para que las bacterias crecieran y liberaran toxinas, que provocan náuseas, vómitos, diarrea y calambres abdominales intensos.
[3] Los investigadores enfatizaron que las personas con lesiones infectadas no deben manipular alimentos y que los alimentos deben almacenarse a temperaturas lo suficientemente bajas como para inhibir el crecimiento de bacterias.
[4] Fue pura casualidad que el piloto y el primer oficial no hubieran comido ninguna de las tortillas contaminadas, ya que la aerolínea no tenía regulaciones sobre las comidas de la tripulación.