Enterado Agesilao por un corredor cretense,[3] vuelve rápidamente a Esparta con una pequeña tropa para organizar su defensa.
Por un camino distinto, los tebanos consiguen llegar hasta la misma Esparta, ciudad desprovista de murallas, y entablan lucha en las calles con las pocas fuerzas de Agesilao, entre las que destaca por su arrojo y valor su hijo Arquidamo.
Tomando una lanza en una mano y una espada en la otra, Por esta hazaña, los éforos de Esparta le otorgaron una corona y al mismo tiempo le impusieron una multa de mil dracmas por haberse expuesto al peligro sin armadura.
Cuando estuvieron cerca, los jóvenes espartanos sacaron sus dagas y atacaron a los tebanos.
Todo esto debió ocurrir durante la primera invasión tebana en territorio espartano, sucedida en 370 a. C., es decir, unos ocho años antes, lo que hace dudar de si el Isidas mencionado en este episodio es la misma persona que protagoniza la hazaña gloriosa mencionada por Plutarco, pues entonces su juventud adolescente parecería durar demasiados años.