El vencedor de ese año fue Yokohama F. Marinos, que venció en las dos rondas.
Los equipos volvieron a generar beneficios, y esto se reflejó en los fichajes: algunos clubes como Yokohama F. Marinos volvieron a fichar jugadores internacionales al borde de la retirada como Cafú, pero la tendencia general era una apuesta por la cantera y algún jugador extranjero.
La J. League llegó incluso a ser vista como una cantera de futuras promesas, debido a la trayectoria de jugadores como Inamoto, Ono o Nakamura en las ligas europeas.
A pesar de que Yokohama F. Marinos venció en las dos rondas, el campeonato estuvo bastante igualado.
Existían casos aislados de clubes con problemas financieros, siendo el Sagan Tosu el máximo exponente.