A diferencia de lo que era común hasta entonces, cuando los notarios eran normalmente hijos de notarios, Desplà no parece que su parentesco se relacionara con personajes pertenecientes a clases acomodadas.
Al contrario, su padre, Bernat Desplà, era tabernero.
Desplà fue un escribano con una extensa cultura, pero también un funcionario fiel.
Desplà ejercía, entonces como escribano del Consejo de la ciudad de Valencia, un cargo en el que había sucedido en Bertomeu de Vilalba, quien encabezó la Escribanía municipal durante más de treinta años, y que seguramente ejerció como uno de los maestros de Desplà en este oficio.
El cargo de escribano del Consell, hasta la creación del Archivo Real, era el cargo más importante del Reino de Valencia a nivel de gestión documental.