La empresa se expandió notablemente, y ocho años después, en 1832, Cail se convirtió en socio, y el negocio pasó a llamarse Derosne-Cail (como los dos propietarios), dedicándose a la fabricación de una gran variedad de máquinas industriales.
La compañía se diversificó en máquinas-herramienta, puentes metálicos y líneas de ferrocarril.
[5] Se convirtió en un hombre muy rico, lo que le permitió construirse un lujoso palacete en París, actualmente ocupado por la municipalidad de la ciudad.
Jean-François Cail murió dos años después, quedando la compañía (que por entonces contaba con 5.000 trabajadores) a cargo de su hijo mayor, Alfred.
Centrado en la vida mundana, dirigió la compañía durante una década de progresivo declive.