Sin embargo es más conocido por un curioso poema de épica novelesca, Las Abidas (Zaragoza: Juan Millán, 1566).
Su amplio saber humanístico destaca también por los ecos de literatura clásica y la erudición mitológica que rezuma la obra.
[8][9] De que el propio Arbolanche se esperaba la crítica da fe no sólo la epístola inicial de su maestro, Melchor Enrico, en la que le aconseja y previene contra envidiosos y maldicientes, sino la respuesta del autor enumera irónicamente sus carencias.
Y así yo vuestro nombre en la alta cumbre De la fama inmortal he colocado Siguiendo en alabaros mi costumbre.
Una lectura detenida del poema permite conocer algunos rasgos de la joven, que tiene apenas 19 años cuando en 1566 se publica el libro.