y mantendrá la dignidad de Grande, con carácter personal, también durante su segundo matrimonio.
El Rey Fernando VII no provee el puesto, y manda que interinamente lo asuma Valverde, quien con este carácter permanecerá al frente de la Real Casa hasta el fin del reinado.
A la muerte del Rey, en 1833, estalla la crisis dinástica que enfrenta a los partidarios de la Princesa de Asturias con los del Infante Don Carlos, su tío.
La Reina Gobernadora adopta una postura militante a favor de su hija, y Valverde la secunda con acciones decisivas para desactivar a los más furibundos carlistas de la corte.
En 1838 solicita su jubilación, y la Reina Gobernadora se la concede.