Para realizar el desembarco humano clandestino contó con la corrupción de las autoridades coloniales; en años anteriores cobraban 10 pesos por cada esclavo desembarcado y solo una parte llegada realmente al Capitán General Tacón, quien lo organizó de tal forma que ocho fueran a sus manos; así recibió unos 450 mil pesos durante sus cuatro años de mandato; otros tres pesos se destinaban al Comandante de Marina, dos para el administrador de la aduana y uno para el capitán del puerto.
[1] Según Marta Denis Valle, "otro negocio fue la llamada comisión de los emancipados, en la que Tacón introdujo a Gómez; numerosos de esos esclavos eran vendidos nuevamente o utilizados en construcciones.
Gómez logró interesar a la reina María Cristina en el negocio del contrabando al enviarle una cantidad de dinero por cada esclavo que introdujera en calidad de consignatario".
En los años cuarenta fundó con otro cántabro, José A. Díaz Bustamante, la Empresa de Navegación y Fomento del Sur para exportar el mejor tabaco cubano, producido en Vuelta Abajo.
Como estaba casado sin hijos, usó como miembros de su organización clandestina a familiares cercanos como su sobrino y ahijado José María Cagigal Gómez (bozales y emancipados), el cual heredó parte de su fortuna, aunque el que más heredó fue otro sobrino, Rafael Toca Gómez y Hano de la Vega (1811-1879), que continuó con el comercio de esclavos e incluso fue nombrado primer Conde de San Ignacio y ostentó importantes cargos económicos en Cuba.