Era temido por toda la urbe, y varios policías lo intentaron atrapar, aunque acabó en vano.
Empezó a ayudar junto con los demás presos las labores de carga y descarga, tales como sillas, alimentos u otros objetos.
Este llegó en media hora con una moto para él, y partió hacía Las Vegas.
Los guardias que vigilaban el puesto no se percataron de su identidad y le dejaron pasar.
La policía estatal de Nevada seguía el fugitivo, que huía al aeropuerto.
En la última etapa de su captura, inteligente mente llamó al 911 desde la casa en donde se refugiaba, le dijo a la operadora que estaba a punto de rendirse y que su intención era salir con vida de la situación, dejó descolgado el teléfono y se tiró al suelo con las manos en la cabeza.