Actualmente, el juego del bicho continúa siendo practicado a gran escala en las calles de las principales ciudades de Brasil, aun siendo considerado como una falta por la legislación penal brasileña.
Periódicos de la época cuentan que, para mejorar las finanzas del jardín zoológico localizado en el barrio de Vila Isabel, que estaba en dificultades financieras, João Batista Viana Drummond, un señor de tierras y esclavos, creó una lotería en que el apostador escogía uno entre los 25 animales del zoológico .
[1] El juego del animal permitía apuestas de unas pocas monedas en una época en que la recesión azotaba Brasil.
La banca y el punto no necesitan de un lugar fijo para operar: sus operarios son, frecuentemente, encontrados en las calles sentados en sillas o cajas de fruta.
En ese local, fue fundado el bloque carnavalesco "Vai como pode", que se transformaría en la Portela.
[2] El juego del bicho es semejante a la lotería federal, pero con algunas diferencias: una de ellas es que el jugador puede apostar cualquier valor, que muchas veces está muy por encima de sus posibilidades.
Cuánto mayor sea el valor apostado en una secuencia numérica (millar, centenar, decena, etc.), mayor será el premio en caso de acierto.
Ejemplo: un apostador juega un real en una millar en el primer premio (conocido como cabeza por ser la primera millar en el tope de la lista de resultados).
Si hubiese jugado cincuenta centavos en la misma apuesta y acertado, el apostador ganaría 1500 reales.
Así como hoy, los juegos de azar eran prohibidos en el Brasil del siglo XIX, y todo tipo de sorteo debía ser previamente aprobado por las autoridades locales.
[5] El tema está siendo analizado por los senadores y debatido públicamente junto a la sociedad civil.