Entre sus negocios figuraron el Hotel del Coronado y el Ferrocarril de San Diego y Arizona, contribuciones decisivas para que San Diego se convirtiera en un importante centro comercial.
En 1876 fue a las islas Hawái, donde trabajó para el negocio azucarero de su padre, la Spreckels Sugar Company.
Gran parte del desarrollo de los intereses comerciales entre los Estados Unidos y las islas se debe a esta firma.
Durante décadas, la compañía proporcionó el único servicio de correo entre los EE.
Primero vivieron en el Reino de Hawái y luego en San Francisco.
En 1887, Spreckels visitó San Diego en su yate Lurline para abastecerse de suministros.
Antes de invertir en la compañía, Spreckels esperó a que su amigo cercano, el Capitán Charles T. Hinde se uniera al negocio.
[7] Durante un tiempo, Spreckels fue dueño del San Francisco Call, entonces un periódico matutino.
En las siguientes décadas, Spreckels se convirtió en multimillonario, llegando a ser el hombre más rico de San Diego.
[11] Al mismo tiempo que estaba construyendo esta "casa de playa", Spreckels hizo que Albright diseñara otra casa más grande cerca, al otro lado del Hotel del Coronado, en el 1630 de Glorietta Boulevard.
Finalmente, los tranvías de Clase 1 acabaron recorriendo toda la ciudad, desde Coronado hasta el centro, Mission Hills, Ocean Beach, North Park, Golden Hill y Kensington.
En 1919, Spreckels completó el ferrocarril de San Diego y Arizona, una línea corta bautizada como "El ferrocarril imposible" por muchos ingenieros de su época, debido a los inmensos desafíos logísticos involucrados.
En los años siguientes, el daño a las líneas causados por las fuertes lluvias, los deslizamientos de tierra y los incendios provocaron estragos financieros en el ferrocarril, al igual que los cierres de fronteras con México.
En 1932, las dificultades financieras obligaron a los herederos de Spreckels a vender sus intereses en la empresa por 2,8 millones al Pacífico Sur, que rebautizó la línea como Ferrocarril del Este de San Diego y Arizona (SD&AE).
[16] Cuando California comenzó a exigir matrículas en 1905, Spreckels adquirió las primeras cinco placas para él y su familia.