En 1960, se encontraba en la ciudad de Lourenço Marques, en la entonces África Oriental Portuguesa (actual Mozambique), y vio jugar a un joven Eusébio da Silva Ferreira.
Impresionado por su talento, recomendó al São Paulo que lo fichara, pero el club desestimó la sugerencia.
Después habló con su exentrenador en el São Paulo, Béla Guttmann, que dirigía al Benfica, y le contó que vio jugar a una gran promesa en Lourenço Marques.
El entrenador húngaro mandó un emisario unos días después, y el joven Eusébio llegó a Lisboa para hacer historia.
De los jugadores que disputaron el partido decisivo conocido como Maracanazo, fue el único convocado para la siguiente Copa del Mundo en 1954, donde se desempeñó como capitán.