José Diez Canseco Pereyra

[1]​ Algunos de sus cuentos y poemas que publicó en dichos medios tuvieron gran éxito entre los lectores.

[3]​ En 1927, involucrado en conspiraciones políticas, viajó a Europa, haciendo un periplo de aprendizaje por diversas ciudades del Viejo Continente.

Regresó al año siguiente e ingresó a la redacción del diario El Tiempo de Lima.

[7]​ Cuando arreció la persecución contra los apristas, viajó nuevamente a Europa, residiendo tres años en Francia, donde tenía algunos parientes.

[9]​ En el campo periodístico hizo famosa varias secciones, destacando por su lenguaje criollo, llenó de picardía y colorido.

De regreso al Perú, se sumó a la redacción del diario La Prensa de Lima (1947-1949), donde tenía a cargo dos secciones, que se convirtieron en las más leídas del público.

Una segunda edición (1938), incluyó cuatro estampas más: «Jijuna» (cuento escrito en 1931 y con el que había ganado un premio en Argentina); «Don Salustiano Merino, notario»; «El velorio» y «Gaína que come güebo».

[5]​ Este último es una pequeña obra maestra de temática infantil, cuyo personaje es Chupitos, un niño afroperuano diestro en el juego del trompo.

Escrita entre 1928 y 1929, fue publicada en Santiago de Chile en 1934, por la editorial Ercilla, que por entonces dirigía Luis Alberto Sánchez.

Publicados en periódicos y revistas, varios de sus cuentos pasaron a integrar el libro Estampas mulatas.

[7]​ Desarrolló la narrativa de tema costeño, como ya lo habían empezado a hacer Abraham Valdelomar y Enrique López Albújar, pero dando más espacio al personaje afroperuano (zambos y mulatos criollos), hasta entonces casi ausente en la literatura peruana.