José Ignacio Ávila

[4]​ Por comisión de su intendencia remitente, la de San Salvador, insistió en las Cortes en la creación de un obispado provincial —puesto que la intendencia contaba apenas con vicaría—;[5]​ la intención no era necesariamente propagar la fe, sino establecer el marco necesario para expandir la educación, que era el específico mandato que le encargó su ciudad;[6]​[7]​ en efecto, junto con la solicitud de obispado iba la de la creación de un seminario en la provincia.

[8]​ Presentó y firmó, junto con sus colegas centroamericanos, una “Representación” de la delegación americana a las Cortes el 1 de agosto de 1811, la cual circuló en Cádiz e incluso fue impresa en Londres en 1812, y que tuvo importantes repercusiones, puesto que aclaraba que los americanos no estaban influenciados por los franceses, sino que eran fidelísimos al Rey; abogaba por la igualdad de los representantes americanos con la de los peninsulares; explicaba la defensa que de Buenos Aires habían hecho los americanos; y enfatizaba que el aprisionamiento del virrey José de Iturrigaray en Méjico en 1808 fue acción de peninsulares, y no de ultramares, como mal se creía en España.

[9]​ Miembro de una de las familias prominentes de San Miguel, sus parientes no eran ajenos a la vida política de la ciudad, al haber ellos desempeñado cargos como alcalde civil, procurador síndico, y alcalde la Santa Hermandad en los años recientes de 1804, 1809 y 1810.

[10]​ Fue descrito como “hacendado” por el Capitán General del reino, Antonio González Mollinedo y Saravia.

[12]​ En Cádiz, su morada estuvo en calle Compañía, número 166.