José Longás

Miguel Antonio Domech, enriquecido por sus actividades al margen del libro, decide liquidar su imprenta y librería en 1773 vendiendo el utillaje y el fondo de libros a dos jóvenes impresores, que se habían formado en su taller, quienes de esta manera dejaron su condición de asalariados para establecerse por su cuenta.

[4]​ En agosto de 1772 toma en arriendo en la calle Navarrería una botiga -tienda-, para destinarla a librería, por seis años y doce ducados anuales.

El emplazamiento es idóneo pues en su entorno se concentran las imprentas y librerías de la capital navarra.

No se conoce documentación relacionada con los colaboradores del taller de Longás.

Longás no podría recurrir a su numerosa prole para realizar tareas secundarias en la imprenta y librería, como era habitual en este tipo de negocios familiares, pues en torno a 1785, en los años de mayor actividad, su hijo mayor José Ambrosio estudiaba para sacerdote y Paulino, el segundo, era adolescente.

Comienza como impresor de libros con un ritmo bajo, que se mantiene durante los nueve primeros años.

Por otra parte, en ese año Navarra sufrió la invasión del ejército revolucionario de Francia, en lo que se ha dado en llamar la Guerra de la Convención, y por este motivo el mercado editorial se vería seriamente afectado.

Dos terceras partes de los libros impresos son primeras ediciones en Navarra.

Queda patente el insólito impulso editor registrado en Pamplona a finales del siglo XVIII, cuando en solo seis años se ponen en venta cuatro ediciones que suman 59 tomos.

Se trata de un folleto que Longás difundió con carácter gratuito entre los posibles suscriptores, como muestra publicitaria de la calidad tipográfica y del papel que iban a tener su edición del Año Cristiano.

Se trataba de un título ampliamente difundido, asentado en el mercado, lo que despejaría en principio los riesgos económicos del proyecto.

[14]​ La obra se completó ocho años más tarde, en 1792, con un volumen -el número 19 de la colección- que recogía las "dedicatorias, prólogos y advertencias" que había escrito José Francisco de Isla para la primera parte del Año Cristiano.

Esta situación supuso un gran quebranto para Longás, que contaba con vender su edición en el mercado nacional.

En 1745 fue prohibido por la Inquisición, en buena parte por los errores, adiciones y mutilaciones del original perpetrados por el traductor español.

Se levantó la suspensión en 1782 al contar con una nueva traducción a cargo de Francisco Antonio de Escartín y Carrera, por lo que dos años más tarde se imprimió en Madrid en la Imprenta Real y a continuación en Pamplona siguiendo la edición madrileña.

Longás distribuyó un díptico que anunciaba la edición y promovía su compra por suscripción, pero en esta ocasión no publicó la lista de suscriptores, aunque al parecer fueron más de 430.

El conflicto se resolvió en 1802 después de haber recurrido tres sentencias.

Dentro de su actividad como librero, por supuesto además de las ediciones propias, vende ajenas, en las que, en ocasiones y según una práctica habitual entre sus colegas, imprime en la portada la referencia a su negocio: "Se vende en la Imp.

Al igual que sus colegas, pone a la venta libros segunda mano.

Puesto que se trataba de una cantidad elevada, Longás la abonó en dos plazos.

El interés del editor por tener vía libre para las exportaciones del Año Cristiano a Castilla y Aragón prueba que proyectaba sus ediciones para un ámbito comercial más amplio que el estrictamente navarro.

Obra en dos tomos, editada en 1777 y 1780 y vendida conjuntamente por José Longás y su socio Benito Cosculluela
Tomo primero de la segunda parte del Año Cristiano de Jean Croiset editado en 19 volúmenes por José Longás
Catecismo de François-Aimé Pouget editado en cuatro tomos por José Longás
Libro de Teología, editado en Venecia en 1769, puesto a la venta en la librería de José Logás, tal y como se indica en la portada