Fue también un destacado orador sagrado, siendo respetado al punto que no se le obligó a pronunciarse en contra de ningún partido.
Durante los gobiernos unitarios luchó duramente en el púlpito y en la prensa para evitar que la reforma eclesiástica de Buenos Aires se extendiera a Tucumán, lo que hubiese llevado al cierre del convento y la escuela.
Fue amigo de los gobernadores federales Nicolás Laguna, Alejandro Heredia y Celedonio Gutiérrez.
[1] A fines de 1852 fue nombrado diputado al Congreso Constituyente que se reuniría en Santa Fe, junto con su exalumno predilecto Salustiano Zavalía.
Cuando ésta presentó el proyecto abiertamente liberal de José Benjamín Gorostiaga y Juan María Gutiérrez se opuso a su sanción, pero fue superado por los liberales y la presión que ejercía el presidente Justo José de Urquiza.