Terminó su formación eclesiástica en la Universidad Pontificia de Roma, distinguido con una prelatura doméstica.
Se dedicó al apostolado y a la enseñanza.
Ejerció de protector del joven Joaquín Costa, sobrino suyo, cuando este llegó a Madrid, así como de Andrés Martínez Vargas.
Colaboró también en diarios carlistas madrileños como La Lealtad, El Pensamiento Español y La Regeneración.
La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas lo nombró académico.