En este pastiche logra asimilar los recursos estilísticos de su paisano.
León y Mansilla sigue la poética del culteranismo, y en los preliminares lo declara: Reaparece el personaje del peregrino náufrago al lado del mar, vuelve a asistir a una escena de caza y de nuevo escucha la alocución de un hombre entrado en años.
En el plan original que debía constar de cuatro soledades, corresponde a la Soledad de las selvas o tercera edad del hombre (virilidad), tras la adolescencia y la juventud.
En esta obra lo más distinto en el texto es el amor del peregrino, que esta vez es correspondido por la joven Leucipe, que vive en un palacio construico sobre la cima de un monte.
Posteriormente, ya en el siglo XX, Rafael Alberti compondrá también una Soledad tercera.