En estos primeros años sus obras se adscribían a un simbolismo místico, (Trànsit, 1896; ¡Boyras!, 1898; Qui no pot segar, espigola, 1900; Una herencia, 1901), propios del Círculo Artístico de San Lucas del que era miembro.
Igualmente se pueden destacar sus ilustraciones para el poemaLa Atlántida de Jacinto Verdaguer (1904-1905), donde su imaginación idealista contribuyó a crear unas viñetas cercanas al sintetismo japonés y unos dibujos de una grandiosidad que denotaban la influencia del simbolismo germánico.
También se acercó a épocas pretéritas como al antiguo Egipto, realizando unas composiciones libres y llenas de inventivas en torno a los antiguos mitos egipcios (Nocturn egipci, Etern Funeral y algunos paisajes de menor formato, 1908, Sala Parés), que lo ponen en contacto con otros artistas simbolistas como František Kupka y sus visiones de esfinges monstruosas.
En París, además de fijar su residencia y realizar carteles, cambió a una temática simbólica más amable, con unas ensoñaciones marinas donde las permutaciones naturalistas evocadas en lienzos como la trilogía La prière des flots, La rêverie des flots y La fête des flots (ca.
Aproximadamente desde 1931 hasta la fecha de su muerte (1938), no se le conoce actividad pictórica, debido a una prolongada enfermedad degenerativa que lo apartó de toda actividad.