Joseph B. Wirthlin

Ambos padres enseñaron a sus hijos la humildad, la honradez, la diligencia, el servicio, la compasión y la fe.

Al élder Wirthlin le gustaba contar desde el púlpito las lecciones que había aprendido cuando era jugador de fútbol.

En Europa amenazaba la guerra y, si no partía pronto, podía perder la oportunidad de prestar ese servicio.

En esos días, el llamamiento misional era de treinta meses y sabía que si aceptaba, había una gran probabilidad de que nunca jugara al fútbol otra vez y quizás ni siquiera me graduaría” 7 .

Pocos meses después se hallaba en camino a Europa, donde prestó servicio desde 1937 hasta 1939, en las Misiones Germano-Austríaca y Suizo-Austríaca.

“Un matrimonio perfecto” Entre las resoluciones que hizo aquella noche de Navidad en Oberndorf, el élder Wirthlin dijo que se iba a casar con una mujer que fuera espiritualmente fuerte y viviera el Evangelio; y describió a su compañero de misión estas características físicas: iba a medir 1,65 m de altura, tener el cabello rubio y los ojos azules.

Elisa abrió la puerta y, al menos para mí, fue amor a primera vista.

Pero, decía: “Hasta hoy atesoro esas palabras como las más hermosas de la lengua humana” 9 .

Durante los treinta y tres años que prestó servicio como Autoridad General, incluso los veintidós en que fue Apóstol, esa bondad se manifestaba cuando expresaba su testimonio del Salvador y de Su Evangelio restaurado, tanto con palabras como con acciones.

Con humildad y muchas veces con buen humor, alentaba a los Santos de los Últimos Días a hacer que su vida en la tierra fuera sobresaliente emulando el ejemplo del Salvador; y enseñaba que, para lograrlo, debemos concentrarnos en el individuo, cultivar la bondad y amar a los demás.

Al final, el perfeccionamiento de un amor así es la verdadera medida del éxito en la vida”.

Su testimonio antes de partir “Quizás haya quienes piensen que las Autoridades Generales raras veces experimentan dolor, sufrimiento o angustia; si tan sólo fuera verdad”, dijo el élder Wirthlin en su último discurso de la conferencia general.

“En Su sabiduría, el Señor no protege a nadie del dolor ni de la tristeza” 17 .

Tributos durante el servicio funerario “Lo amaba como a un hermano, y lo extraño.

Y ahora recibirá el cumplimiento de otra promesa del Señor: ‘…el que se humilla será enaltecido’ (Mateo 23:11–12).” Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles “Cuando contemplo el patrimonio que papá dejó a su familia y a la Iglesia, su humildad es lo que se destaca.