Algunos manuscritos tempranos que contienen el texto de este capítulo son: Los acontecimientos registrados en este capítulo se refieren a los siguientes lugares: En los versículos Juan 10:1-5, Jesús utiliza una parábola,[6] ilustración[7] o «figura retórica»[8] respecto a la manera en que un verdadero pastor entra en su redil, por la puerta o el portal, a diferencia de la manera de un ladrón o un extraño.
[9] Jesús comienza: Los fariseos no se mencionan en el texto griego (λεγω υμιν,[11] legō humin, «Yo os hablo»), pero sí se mencionan en la Nueva Versión Internacional (NVI) en continuidad con Juan 9:40, donde «algunos fariseos» habían hablado con Jesús.
[19] Juan nos muestra cómo la salvación es alcanzable para los hombres a través de la fe en Cristo y su gracia.
Jesús se identifica como ese Buen Pastor que cumple las antiguas profecías.
En esta atención personal se vislumbra una invitación dirigida a los futuros pastores de la Iglesia, un mensaje que más tarde será desarrollado por Pedro:
Y elpapa Juan Pablo II mostraba su inquietud por que todos los sacerdotes fueran buenos pastores de la siguiemnte manera:
En el Versículo 7, Jesús «se siente obligado» a comenzar de nuevo (πάλιν, palin).
En Juan 7:40 leemos que Jesús «se marchó de nuevo al otro lado del Jordán».
Meyer identifica a varios comentaristas que han sugerido que hubo un «viaje adicional a Galilea o Perea» antes de la fiesta de la dedicación, aunque él mismo considera que estas sugerencias están «dictadas por armonísticas presuposiciones y combinaciones torpes, ... y no por las exigencias de la exégesis».
[33] Este pasaje tiene lugar durante la fiesta de la «Dedicación del Templo», celebración que recordaba la purificación realizada por Judas Macabeo tras la profanación llevada a cabo por Antíoco IV Epífanes.
En este contexto, Jesús se revela como el Hijo de Dios, igual al Padre.
Esta revelación provoca diversas reacciones entre sus oyentes: mientras que algunos responden con fe, otros, especialmente las autoridades judías, lo rechazan y llegan a odiarlo hasta el punto de querer arrestarlo para darle muerte.
Jesús utiliza nuevamente la imagen del pastor para ilustrar su relación con el Padre.
Más adelante, durante la Última Cena, Jesús volverá a profundizar en este misterio.
Los seres humanos solo podemos comprender la identidad esencial entre Jesús y el Padre, un misterio divino, a través de la revelación.
[40] En contraste con la oposición de algunos, otros muestran su adhesión a Jesús y lo buscan en el lugar al que se ha retirado.