Fue también en estos años cuando se casó con la gaditana María Josefa Victoria Balleras, hija de Guillermo Esteban Balleras y María teresa Ghyselly, con la cual tuvo su única hija a la que llamaron Carlota, pero que falleció a temprana edad.
Llegados a 1814, cuatro de los sobrinos habían fallecido menos Juan Carlos Haurie Laborde que hace caso omiso a la última voluntad de su tío y no liquida la compañía, que ya arrastraba deudas muy importantes.
Con el anhelo de recuperar la deuda no pagada del Gobierno Francés en la que el cual reconocía la deuda, pero no estaba conforme con la cuenta y ante la lentitud de todo este proceso debido a la distancia con Jerez, Juan Carlos Haurie Laborde se traslada a París.
Ante la imposibilidad de zanjar este asunto con rapidez y debido que su presencia era vital para el negocio en Jerez, decide volver y delegar en su esposa Maria Victoria la reclamación ante Francia, ante lo cual finalmente para tal fin ésta se instaló en la capital francesa durante un largo período.
Pedro Domecq Lembeye estuvo con su tío abuelo Juan Carlos Haurie Laborde al frente del perjudicado negocio hasta que en 1822, apenas sin fondos y tras el plazo de seis años otorgado por la Junta de Acreedores, el proceso terminó con la declaración de quiebra fraudulenta, lo que llevó a Juan Carlos Haurie Laborde a prisión.
Por esta razón, Pedro Domecq Lembeye decide crear una compañía en 1823 con su propio nombre, "Pedro Domecq", heredera de los clientes, edificios, activos y marcas de "Juan Haurie y Sobrinos" (actualmente Bodegas Fundador).