Juan Esteban Lozano de Torres

Pérez Galdós escribe de ello en La segunda casaca, cap.

La carrera de este benemérito español había sido el comisariato del ejército.

[...] ¡Qué tal fama de abastecedor y despensero tendría el niño, cuando, destinado a la Intendencia de Castilla la Vieja, no quiso darle posesión el gran Wellington, jefe del ejército aliado!

En el café de Lorencini, sede de la Sociedad Patriótica de los Amigos de la Libertad, se fijó a la puerta un pasquín con la lista de nombres a los que la Nación debía espiar continuamente, encabezados por «el perjuro Mozo de Rosales y sus sesenta y ocho Persas; el francés Ducós, autor del Judío errante [y] Lozano de Torres».

[2]​ Restaurado el absolutismo no recuperó inmediatamente el favor real, pues aún hubo de permanecer en el destierro y en 1826 se le denegó el puesto de ministro plenipotenciario en Roma y el traslado a algún balneario por motivos de salud, como había solicitado, pero en 1827 recibió el título de marqués de Casa Lozano y en 1828 había recuperado su influencia sobre Calomarde y era presidente de la Caja de Amortización.

Retrato de Juan Esteban Lozano de Torres, grabado de Esteban Boix por dibujo de Juan Bauzil . Dedicatoria: «El Real Consulado de la Ciudad de Santander / al Excelentísimo Señor / D. n Juan Esteban Lozano de Torres»