Militar profesional, pertenecía al arma de infantería.
[4] A pesar de las presiones que recibió, Huerta se unió a la rebelión sólo cuando supo del triunfo de la sublevación en Granada.
La resistencia de la Guardia de Asalto y la llegada del destructor Lepanto equilibraron la balanza en favor del gobierno,[4] convenciendo a Huerta a deponer su actitud y rendirse para evitar una masacre entre sus fuerzas.
Encarcelado, posteriormente sería asesinado, sin juicio, arrojándole al mar desde el buque Cartagena III con las manos atadas y una piedra en los pies.
Su cadáver nunca fue recuperado y yace en el fondo marino frente a la ciudad de Almería.