Uno de sus grandes aportes fue acabar con la creencia de que la conquista española del Perú finalizó con la captura y muerte del inca Atahualpa en 1533; en tal sentido puso en su verdadera dimensión histórica la resistencia inca iniciada por Manco Inca, que expuso magistralmente en su libro La guerra de los viracochas (Lima, 1963).
Fue además, un innovador en la exposición histórica, sosteniendo que esta debía darse en un estilo sencillo y ameno, al alcance del entendimiento de cualquiera.
[2] Simultáneamente, comenzó a estudiar a la Universidad de San Marcos, donde se graduó de bachiller (1958) y doctor en Derecho (1965) con tesis sobre «La emancipación frente al indio peruano; la legislación indiana del Perú en la iniciación de la República (1821-1830)»; y «Algunos delitos contra el patrimonio en el Tahuantinsuyo; estudio jurídico histórico», respectivamente.
[2] En 1969 editó la Revista Peruana de Historia del Derecho, que tuvo un solo número.
[1] En mérito a su labor como docente, el gobierno peruano le otorgó las Palmas Magisteriales en el grado de Comendador.
[1] Destaca también su contribución a la Historia General del Ejército con los estudios sobre «El ejército durante la dominación española en el Perú» (tomo III, 1981), monumental obra en la que, según Edmundo Guillén, demostró que el Perú es una continuidad histórica en el espacio y en el tiempo, siendo la dominación española solo un paréntesis.
[6] Efectivamente, su propósito era «corregir tradicionales y peligrosos lugares comunes de nuestra historiografía».
Otro punto que la historiografía clásica no solía tomar en cuenta era el papel cumplido por las etnias dominadas por los incas, como los Chachapoyas, los Huancas y Cañaris, quienes apoyaron en masa a los conquistadores españoles, y que habrían sido en realidad los verdaderos artífices de la derrota de los incas; hasta entonces era tópico común decir que los españoles, pese a ser inferiores en número, triunfaron por su superioridad técnica, por el uso del hierro y de los caballos o por el auxilio divino.
Profundizó también en los demás participantes de la revolución tupacamarista, y en lo que denominó la segunda etapa de la gesta, la encabezada por Diego Cristóbal Túpac Amaru, hermano del caudillo, suceso hasta entonces silenciado por la historiografía oficial.