Juan Luis Pascale

Los dos pastores, pues, acompañados por dos maestros, se pusieron en viaje en 1558 y visitaron los varios núcleos valdenses esparcidos en la Italia Meridional, predicando abiertamente el Evangelio.

Pascale quedó en Calabria prosiguiendo con fervor de apóstol su obra, especialmente en San Sixto y La Guardia.

En mayo de 1559, el marqués Salvador Spinelli, de Fuscaldo, siguiendo instrucciones recibidas del S. Oficio, intimó a algunos valdenses influyentes que compareciesen a su presencia para darles informaciones sobre el movimiento religioso que se intensificaba en aquellas regiones.

Este generoso impulso le costó la libertad, pues Spinelli lo retuvo prisionero junto con Marcos Uscegli, para hacer cosa grata al S. Oficio.

No nos detendremos en describir los tormentos físicos y morales sufridos por los dos prisioneros, mientras el proceso tiende a prolongarse indefinidamente.

El valiente Marcos Uscegli no se deja conmover ni aún por las horribles torturas y, a pesar de no ser tan elocuente como su compañero, da, sin embargo, admirables pruebas de firmeza, y, hasta el fin, demostrará que no se equivocaba Pascale al escribir a los amigos de Ginebra : "¡Espero que Marquito me acompañará hasta el Cielo!".

A los hermanos de Calabria les escribe exhortándolos, reanimándolos, confortándolos: "Si alguno no se siente con fuerza para morir por Jesucristo y teme ser vencido combatiendo, busque la victoria huyendo.

[6]​ Al día siguiente de haber escrito estas últimas líneas, el 15 de abril, Pascale fue llevado encadenado a Nápoles con otros veinte condenados a galeras; fue un viaje desastroso, por la dureza del carcelero español, que lo trataba "con la mayor crueldad", buscando sacarle los últimos céntimos que le quedaban.